Desde que me mudé a La Cueva las pasadas pascuas, siempre salen conversaciones como estas cuando descubren que tengo estufa de leña:
– Ostras, yo no he tenido una nunca pero me han dicho que es genial
– Mmm, mis abuelos la tuvieron siempre y no sé, me gustaba más el brasero.
– Que no, que no, que tu la enciendes y el frío desaparece en toda la casa.
– Mmm, mis abuelos siempre la tenían puestas y cuando íbamos fuera del comedor, a las dos habitaciones contiguas, nos referíamos a ir a la nevera y al congelador.
– Que no, que no, que eso porque no era de seguido, que si tu la pones todos los día, al final, se caldea.
– Mmm, es que yo me voy a Los Doblones por la mañana y llego o por la tarde o por la noche. No veo factible lo de enchufarla e irme a dormir.
– Que si, que si, que aunque la pongas poco, hace.
– Mmm, ya, pero es que no me veo yo haciendo fuego.
– Que eexagerada eres! Si es muy fácil, yo la encendí hace dos findes en la casa de mi hermano.
Y escucho a toda esa gente cada vez que empieza a babear hablándome de lo maravilloso y lo afortunada que soy teniendo una estufa de leña.
Pero no me convencen. Tan sólo me lo empecé a plantear hace unas semanas, cuando una amiga de mi madre me dijo, en tono muy serio:
“Si no enchufas esa estufa, se te va a caer la casa encima. Cada vez tendrás más humedad. Y si no puedes entre semana, pues enciéndela los sábados y domingos.”
Y ahí me acojoné y por eso hoy, lo he intentado. He empezado a las dos de la tarde, y el primer intento ha sido un poco fallido. Y eso que seguía la secuencia correcta para eneceder fuegos:
- Papel
- Cartón
- Ramitas
- Tronquitos
Al segundo intento parecía que si, pero ha durado nada. Cuando me he dado cuenta ya se había apagado.
Y sobre las 6 de la tarde, he hecho el último intento y he gastado todos los tronquitos que había cortados.
Por supuesto, no han durado mucho.
Lo que si me dura desde que he empezado es el escozor de ojos, el olor y el humo en toda la casa.
Por no decir, que estoy pardal y he empezado con lo de encender la estufa después de haber tendido en la terraza dos coladas, donde está la chimenea de la estufa.
Como mola tener una estufa de leña, yeahhhh. (modo irónico on).
Yo me sigo quedando con la versión apagada: hace bonito y puedo poner mi planta gigante encima.