Esta noche he soñado que viajaba en tren. Uf, ha sido agotador.
No he disfrutado nada del viaje porque, en un principio iba a ir con Ka y, al final no pudo ser y me fui sola.
Y también porque la tecnología me falló en el tema de las conexiones.
En el viaje yo iba a la ciudad de Lancaster en tren.
Inciso 1: Había oído ese nombre en alguna serie seguro, pero no como nombre de lugar, supongo que como apellido de familia: Los Lancaster. Y, he ido, por casualidad, a ver si este sitio existía y estoy flipando porque es una ciudad de UK.
No había tren directo y Rome 2 Rio me decía que tenía que hacer transbordo en Rebrem.
Inciso 2: Con esta no ha habido sorpresa: no existe tal ciudad. Pero esta ya lo intuía en mi sueño que venía de Bremen, de la que si he nombrado en mi vida últimamente.
Así que, en Rebrem bajé con mi maleta y me dirigí al terminal de billetes para sacar uno para el siguiente con dirección a Lancaster. No conseguía encontrar la estación en el apartado de la “L”. Así que salí de la cola para buscar el mapa de conexiones y tampoco conseguía encontrarlo. Jo, en Internet si que había una línea que salía de Rebrem. Salida a Lancaster con dirección Tovir A’verm (esta no me he atrevido a buscarla, es imposible que exista, pero flipo como he conseguido acordarme horas después de haberme despertado, apóstrofe incluido).
Vuelvo a intentarlo en la máquina y nada, que no lo encuentro.
Entonces, una de las personas que está atendiendo en las taquillas, me habla en español (sabe que soy española porque me ha oído preguntarle a una persona si sabe qué tren va a Lancaster):
– Vis, no hay ningún tren que vaya a Lancaster desde aquí, pasa por esta ventanilla y miramos cómo puedes llegar – me dice y yo me sorprendo porque, además, sabe mi nombre.
– Pero el que va a Tovir A’verm sí que para, ¿no?.
– No, esa línea ya no está operativa. La única opción es que cojas un tren a Atenas y desde allí tienes un tren directo a Lancaster.
– ¿Athens? ¿In Greece? – le pregunto ojiplática y en inglés.
– Sí, aquí tienes tu billete.
– Pero ¿cuánto tarde en llegar?.
– 7 horas y media – Me sorprendo porque es mucho tiempo, pero si lo piensas, para ir de Europa de arriba (no sabía ubicar Lancaster pero intuía que mi viaje era por esa zona) a Europa de abajo, no tanto.
Luego miré el precio y era una ganga: 4 euros con 95 céntimos.
Y la mujer que me atendió, como ve veía que no me levantaba de la silla, me dijo que me dirigiese ya hacía la dársena para no perder el tren con un “Aneu ja“.
Después de haber descubierto que la ciudad existe y que el castillo es precioso en las fotos, me voy a plantear pasar la próxima vez que vaya a UK o a Irlanda. Eso sí, espero que haya mejores conexiones.
Este sueño me ha recordado el sueño que tuve en el que tenía un examen en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y me iba en tren, en el que el trayecto desde donde vivo son unos 30 minutos. Pero no sé cómo lo hice que acabé cogiendo un tren que iba desde mi municipio a la UPV pero… ¡¡¡Pasando por Gandia!!!
Y mi opomiga Mer llamándome en plan «Oye, que estoy donde quedamos siempre y no te veo, ¿por dónde vas?». Y yo: «No te lo vas a creer, acabo de salir de Gandia». No llegué a tiempo al examen.
De estas noches me levanto agotada físicamente, de viajar y llevar maletas y mochilas y, mentalmente, de todas las gestiones que hago para conseguir llegar al destino. Para no estarlo…
Así que esta tarde, me tendré que echar una siesta para descansar de haber tenido una noche nada reparadora.