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Mañana es Halloween

Me encanta Halloween. Sobretodo en las películas y en las tiendas de Dublín.

Y me río cuando alguien te dice: Es que Halloween no es una fiesta española y van de morros todo el rato.

En esos momentos me acuerdo del chiste que un día vi en Internet, que, a esa pregunta, contestaba:

Tienes toda la razón,
porque como es bien sabido,
Jesucristo era de Burgos.

Desde que me mudé a La Cueva tengo ganas de decorar mi casa 100% Halloween.

La Cueva era perfecta. Con unas escaleras y una terraza antes de entrar. Perfecta para decorar con telarañas. Ya era tenebrosa sin ni siquiera decorarla.

Pero tenía un “pero”. Mi casa estaba en un barrio de casa bajas, perdido del centro, en cuesta y sin población infantil. Vamos, que allí no vendría ni el tato a por caramelos.

También era perfecta para hacer una fiesta, como las de Dublín y las películas, que pones música y la gente está por todas las estancias con su propia bebida.

Esta opción también tenía un “pero”. Por pocas personas que vinieran, no había sitio para aparcar. Sólo lo hay a tomar por saco y subiendo el pueblo en pendiente, puede que la mitad se rajaran a mitad camino.

Y ahí tengo la espinita desde entonces.

Este año (y los anteriores) quería decorar la terraza del chiquiatico para que los niños vinieran a pedir caramelos.

Este año, me emocioné y pensé en currármelo tanto que haría invitaciones para los niños de los padres dobloneros. Y hubiera cocinado tortilla de patatas para acompañar con las cervecitas en la terraza.

Por supuesto, también había un “pero”. Halloween cae en martes y yo salgo a las 19h. No es compatible con estar en casa por la tarde.

Luego me surgieron las dudas:

Cuando cae en día normal… ¿es oficial y sabido por todo quisqui quese puede pasar al sábado?

Si eres padre, ¿cómo le dices a tu criatura que Halloween es el martes, pero pides caramelos el sábado de antes?

A este paso, cuando me vista de bruja, no me hará falta ponerme muchas arrugas.

A ver si me documento preguntando a los padres y el año que vienme lo curro. Porque hasta que toque en sábado…

La felicidad engorda, ¿verdad?

Aunque ya no viva en La Cueva, la uso de trastero para cajas y demás y a veces me paso a ver si ha entrado mucha agua y recoger el correo.

Ayer llego, aparco, me acerco a la puerta y al meter la llave en la cerradura, la vecina cotilla asoma la cabeza desde la puerta de su casa.

LA VECINA: Hace mucho que no vienes a ver cómo está la casa. Y estás más gorda.

YO: Será la felicidad, que engorda.

LA VECINA: Claro, allí, más cerca de tu madre.

«Y más lejos de ti», pensé pero no dije, porque no lo hubiera entendido.

On holidays

Oficialmente estoy de vacaciones. Las más largas de este año:

¡¡¡ Hasta el 3 de NOVIEMBRE !!!

Las esperaba como agua de mayo. Con la incorporación del nuevo jefe, el cambio de Pommery y la renovación de impresoras me estaban estresando. Necesitaba parar.

En un rato mando un mail a mis compis (que se van a encargar de mi curro mientras que no esté) y me olvido del curro.

¿Te vas a algún sitio?, me pregunta la gente.

No, no me voy a ningún sitio. Ganas hay, pero estoy sin blanca.

Mi plan es terraza en la tumbona, plantitas y, bajo las amenazas de mi madre, terminar de bajarme todos mis trastos que aún están en La Cueva.

Ah, y postear, jajajaja.

Último día en La Cueva

Como diría mi madre: Siempre dejándolo todo para el último día.

Y esta vez tien más razón que nunca. Yo pensaba disfrutar de la última noche y llevo 2 horas estresada porque no se acaba todo lo que me tengo que llevar mañana para empezar a vivir en el chiqui-ático.

Ayer creía que lo tenía controlado y han aparecido más cosas.

Y me mudo sin haber limpiado La Cueva, la mitad de cosas por el medio y la otra mitad como si no hubiera mudanza y chiqui-ático alguno.

Es como con los exámenes,  te ha pillado el toro y te intentas convencer a ti mismo que si hubieras tenido sólo 2 días más te hubieras organizado y hubieras estudiado más.

Mentira.

Pero sí o sí, mañana empieza la mi vida en el chiqui-ático. Lo pendiente ya tendrá su momento.

El horror de mudarse

Sin contar la emoción de estrenar tu propio hogar.

Crees que vas a llevarte la ropa, una caja con las cosas que hay en el baño y lo poco que usas en la cocina.

Y eres una ilusa.

Lo que crees que son cuatro cosas de cocinar son más de 8 cajas. Y lo peor es que sólo has empaquetado lo que ya has usado, ya sea de diario como esporádicamente.

Empiezas a vaciar el que creías que era el “armarito” con lo básico y descubres que las cajas se llenan enseguida y que los estantes siguen repletos.

Te giras y ves los cajones, y te acuerdas de las tazas que aún no has envuelto. Y los platos hondos que están en la salita. Y, y, y.

Y lo que era una caja con lo del baño se convierte en dos. Sin contar las toallas.

Sí, tenías que haber empezado a empaquetar hace medio mes. Pero te auto-convences que no podía ser. Tienes un ejemplo que te acaba de ocurrir. Has metido el aceite y la sal en una bolsa, la has llevado al coche y al intentar aliñar la ensalada e has dado cuenta que tienes que volver al coche.

Estos ítems eran lo que habías etiquetado como básicos para empezar a vivir en el chiqui-ático a partir de este sábado. Pero viendo lo visto, escribes un post aconsejando seguir todos los consejos que hay por las webes sobre cómo mudarte eficientemente.

No seáis como yo y planificarlo.

Ah, y rezo para que esta sea la última mudanza de mi vida. Tenía yo razón en lo de comprar una vivienda ahora o nunca, ya que esta experiencia no la vuelvo a repetir.