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Twitter

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No me había enterado que ya no eran sólo 140 caracteres y por eso no me había “apuntado”. Yo, que no me callo ni debajo del agua, con ese número no tenía ni para empezar. Ahora son 280 y como novedad, puedes abrir hilos de tuits encadenados.

Cuento esto porque hace unos meses, algo se activó en mi cabecilla. Eso y, como ya he comentado, lo de que no paro de hablar y decir tonterías. Son graciosas pero es que, si por mi fuera, no callaría nunca. Y puedo resultar pesada/cansina.

Así que he decidido que, para no saturar a la gente que me queda (menuda racha llevo de quitarme gente tóxica y de hacerme enemigos), puede que Twitter sea la solución.

Muchas veces he intentado imitar a otros con posts cortos: los empiezo escuetos pero al final acaban en otra página.

Así que, sí, la nomuyamigadelasredessociales ya tiene blog, flckr sin actualizar, FB para leer chistes, Instagram para poner mis fotos “artísticas” y la última adquisición.

¡¡¡ TWITTER !!!

 

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Una libreta en Instagram

Mequis, necesito tu ayuda. Es un momentino. ¿Puedes bajar a la zona de esparcimiento de la planta baja ?

Y como es tan maja, pues allí nos encontramos.

– Resulta que he ganado un premio en un concurso de Instagram. Una libreta!!! Estoy emocionadísima, pero tengo 2 problemas: Quiero contestar al comentario y no encuentro la opción de contestar.

– A ver, tú no puedes contestar porque eso no es un comentario, es una publicación. Lo que haces es escribir y es un comentario.

– Ah, claro. Lógico. Y mi segundo problema es que me han enviado un mensaje privado preguntándome la dirección donde la mandan y ahora con consigo encontrar ese mensaje. Ni en opciones ni nada.

– Mira, este icono es el de los mensajes. Ahí lo tienes.

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La miro con cara entre de lástima y de vergüenza y le digo:

Lo sé, ahora te estás preguntando que qué narices es esta situación en la que una doblonera del departamento de IT te pregunta dudas de una aplicación de móvil.

Y si, parece absurdo, pero en temas de redes sociales, voy más perdida que un pulpo en un garaje. Pero mi curro lo hago bien, siempre y cuando no le preguntes a mi jefe.

Con 38 y sigo con mi Cucarachafobia

Los 38 me han traumatizado menos que los 37. Lo malo, que unos días de cumplirlos, descubrí que hay cosas que a veces no se arreglan al cumplir años.

Tengo pavor a las cucarachas. Otros bichos/insectos me pueden dar más o menos “cosa”, otros asco que aún recuerdo pero, las cuquis, no puedo no puedo.

Pensé que serían con un miedo más de pacotilla pero hace una semana descubrí que no.

Situación: Jueves por la noche, lista para cenar. Abro el armario (parte superior) de los vasos para sacar mi vaso de sangría y al verla, pego tal chillido que al gato no lo veo durante la siguiente hora.

Una cucaracha en mitad de la puerta. Es gigante, más redonda que oblonga (me encanta usar esta palabra, me creo que soy sofisticada). Y tirando a roja, no negra tizón. Pero es una cucaracha, ese insecto al que le tengo pavor porque me paraliza y me da asco de sólo pensar el ruido que hacen al chafarlas. Me dan arcadas.

Y ahí estamos las dos, sin movernos durante un minuto pensando nuestro siguiente paso.

Entonces, yo empiezo una charla mental conmigo misma mientras intento no hiperventilar:

Vis, cumples 38 años la semana que viene, vives sola desde hace 7. Es un bicho, tienes que superar tus miedos.

Por si acaso, me vuelvo a recordar que tengo 38 años.

Y, entonces, la cuqui decide moverse y se mete en el armario. Así que lo tomo como una señal y cierro la puerta. Respiro. Varias veces.

Y acto seguido, cojo el móvil:

– Dime
– Mamá, que he abierto el armario y había una cucaracha gigante. Gigante. GIGANTE.
– Y yo sé que no puedo llamarte para estas cosas, que tengo 38 años y tengo que arreglármelas por mi misma. Pero es que es la primera cucaracha que veo en esta casa desde que me mudé. Mamá, que han sido 4 años de felicidad. Yo ya no me acordaba del pánico que me dan.

La respuesta de mi madre son risas y toses provocadas por la risa.

– Mamá, al final se ha vuelto a meter en el armario y he cerrado. Así que, mañana nada más salir de trabajar, paso por tu casa, te recojo, matas la cucaracha y te devuelvo a tu casa a tiempo para que le hagas la cena a la abuela.

Más risas y toses pero consigo un “vale”.

– Es que mama, lo he intentado, te lo prometo, pero es muy grande. Y tirando a roja.
Ah, esas son las voladoras.  Habrá entrado por la ventana.
– V
ale, lo que tú digas pero mañana te recojo. Es que he pensado darle con la escoba y matarla en el suelo, pero si se escapaba, yo ya no duermo. Y si la atrapa el Turbo y me la trae a como alimento, me da un patatús. Tú mañana vienes y la matas.

Cuelgo y aunque está todo bajo control, no estoy tranquila del todo. Ese módulo en concreto tiene la puerta un poco descolgada y tengo miedo que pueda salir por la noche. Así que mientras ceno, uno de los ojos lo tengo vigilando el armario.

Y es entonces, cuando me voy a dormir, que me acerco a beber agua y, efectivamente, veo que la cuqui ha encontrado la vía de escape. Veo sus antenas larguísimas saliendo del marco de la puerta. Aprieto la puerta todo lo que puedo hasta que desaparecen. Pero claro, así no voy a conseguir dormir. Así que, cojo mi cinta americana de lunares (¿dónde narices tengo la normal? Esta es para cosas bonitas) y “sello” el armario.

Viernes. Llego a Los Doblones y aunque ya había decidido hacer un post de ello, no puedo resistirme (Dios, como me gusta hablar) y se lo relato a Pommery y Goku. Goku me da su visto bueno para publicarlo. Le parece que hay material.

Cuando les digo y les muestro cómo de sellado está el armario, les da la risa:

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Cuando llegues a casa, la cuqui ya no está ahí – me asegura Pommery

Termino mi jornada y paso a por mi madre. Llegamos y le acerco la silla, pero cuando va a abrir la puerta, veo que la persiana de la terraza está a la mitad. Le digo:

– Espera, que voy a abrir la ventana por si se te escapa y tengo que salir corriendo.

De la risa, mi madre casi se cae de la silla.

Yo sigo mirándola muy seria y le digo: “Es en serio”. Y abro la persiana hasta arriba y me quedo cerca.

Ella abre el armario y empieza a sacar cosa por cosa inspeccionando algunas en detalle: los tazones opacos, la cafetera, la caja con sobres de Nescafé descafeinado… Y le hago sacudir el taquito de servilletas por si está entre ellas.

Vacía todo el armario y no aparece. La devuelvo a casa y les escribo a Pommery y Goku diciéndoles que tenían razón y se había escapado.

Por supuesto, no me quedo tranquila. Y cada dos por tres abro el armario (que sigue vacío) por si aparece y la mato con el spray que ya me he comprado. Pero me voy a la cama con la tranquilidad de que se ha salido del armario y ha salido a la terraza, buscando el sol, como me había asegurado mi madre.

Sábado. Ya hago vida normal. Hasta que, por la noche, me entra sed y voy a por agua. Y, en el zócalo superior del armario, aparecen 2 antenas gigantes que me son familiares.

Pero esta vez, con el “fli” en mano, me subo a la silla y le echo un par de ráfagas. Una tercera porque intenta saltar al vacío y quiero que se quede ahí. Otra más y finalmente, deja de moverse.

Cojo el móvil y les mando esta foto a Pommery y Goku diciéndoles que si, que se había escapado pero seguía en casa:

patasyantenas

He echado tanto que me ahogo. y salgo a la terraza.

– Mamá, que la cuqui seguía en casa. Pero la he matado con el spray. Yo la dejo ahí arriba y mañana voy a buscarte y vienes y la recoges que me da mucho asco.
– Vale
–  Sé que está muerta pero aún sigo mirando, es como un tic.
–  Bueno, a veces les echas el “fli” y se atontan un rato y luego reviven
–  No me digas eso, no me digas eso que ya no duermo.

Miro el reloj, las 22:38.

– Mamá, a la abuela ya las acostado, ¿verdad?. Vístete que en 5 minutos voy a por ti.
– Vale – me dice entre risas

Y sí, la hice venir para recogerla. Me aseguró, no sé si porque era cierto o por lo cansina que soy, que era grande.

Hoy, como era el día de mi cumpleaños, le he comprado un ramo de flores como detalle de compensación por:

  • Venir a matarme y recogerme la cuqui
  • Y como se dice, por los 38 gorrinos que podría haber criado.

Las cláusulas de los seguros

Extracto del libro de Marian Keyes, Helen no puede dormir (2013):

[…] A decir verdad, hacer controles para aseguradoras era la parte de mi trabajo que más me desagradaba. Me gustaba obtener resultados, pero los casos de las aseguradoras estaban empezando a hacerme sentir mal conmigo misma. Porque las compañías de seguros son unas cabronas, todo el mundo Io sabe. Nunca pagan y en las raras ocasiones en que no les queda más remedio que soltar una suma mezquina, nunca es suficiente. Gente que lleva toda la vida pagando un seguro del hogar con la idea de que si les llegan tiempos difíciles habrá alguien allí para ayudarles, descubren Io equivocados que estaban. Cuando se les inunda la casa y acuden a su compañía de seguros, esta consigue milagrosamente dar con una pequeña y práctica cláusula según la cual, sí, efectivamente nos toca asumir los daños por inundación, pero solo en los casos en que el agua «no esté mojada», o alguna parida similar.

Douglas Adams dice que las reclamaciones a las aseguradoras demuestran que viajar en el tiempo es posible, de hecho, que ocurre constantemente. La cosa, cuenta, va así: tú presentas tu reclamación a la aseguradora —algo tan corriente como que te han robado la bicicleta [que da la casualidad de que es negra]— y la compañía viaja hacia atrás en el tiempo y modifica el documento original para hacerla responsable del robo de todas las bicicletas «salvo de las negras». Hecho esto, regresa al presente, pero únicamente para enviarte una insolente carta donde dice: «Le remito a la cláusula tal-tal de su documento, la cual nos exime de toda responsabilidad por el robo de bicicletas negras, y dado que su bicicleta es negra como nuestros corazones, no estamos obligados a soltarle un céntimo. Que tenga un buen día, señora». Y tú estás ahí, a punto de enloquecer, mirando el documento con cara de desconcierto y preguntándote: «¿Cómo es posible que no recuerde esta disparatada cláusula sobre las bicicletas negras? De haberla visto jamás habría firmado».) […]

Carta a los Reyes Magos 2017 – Opción B

Queridos Reyes Magos,

Soy yo otra vez.

Que he estado pensando que si lo que os pedí ayer es muy difícil, os puedo pedir otra cosa.

Os propongo 2 a elegir:

1)  Salud visual

Que las palabras “manchas en el cristalino”, “inicio de cataratas”, “clínica privada” sean una falsa alarma y que en la revisión del 5 enero todo esté ok

2) Justicia rápida y a mi favor

Que los trámites que tenemos contra los morosos del edificio se agilicen y cobremos los tres mil que deben entre las dos viviendas. Y un poquito de paciencia para mí con el tema, porque verlos hacer vida normal mientras yo pago su parte de la cuota me enerva. Aghhhh.

Con cariño y desesperación,

La Visitante4576