Extractos de la pista sobre el Coliseo de la audioguía de Roma de Barceló Viajes:
¡Qué sufra! ¡Qué sea azotado con varas, abrasado con fuego o matado con hierro si desobedezco! Este fue el juramento que en su día, yo, el Gran Diomedes, tuve el honor de pronunciar para convertirme en gladiador. Mañana volveré a luchar en el anfiteatro Flavio, el mayor de todos pero esta vez será diferente: mañana, el mismísimo emperador me otorgará la ansiada espada de madera, el objeto que simboliza la libertad…
… Yo soy gladiador porque quiero ganarme la libertad…
… No comparto la opinión de mi compañero Espartaco, que asegura que lo que hacemos no debería ser visto como un espectáculo de entretenimiento.
Eso lo dice porque todavía no ha estado en el anfiteatro Flavio. En un día normal puede haber hasta 50.000 personas gritando a la vez a cada movimiento de una espada, a cada rugir de una fiera o a cada silbido de una flecha. Él no ha escuchado a los famosos músicos de las gradas que, con sus notas, crean verdaderas bandas sonoras en los combates. NI ha visto a las bellas mujeres gladiadoras que siempre luchan con algún pecho fuera.
“No debería ser un espectáculo” dice. Entonces, ¿qué debería serlo? …
… Aunque oficialmente se llama anfiteatro Flavio, todos lo llamamos Coliseo…
… A partir de mañana ya no volveré a pisar la arena. Será la última vez que la gente me aclame más que al César. Será la última vez que camine por los oscuros laberintos subterráneos donde tantos han sufrido. Ya no podré volver a mirar a los ojos a otro gladiador mientras miles de personas deciden su suerte moviendo el pulgar. Ya nunca más pronunciaré:
Ave, Caesar, morituri te salutant!