Archivo de la categoría: Me hierve la sangre de solo pensarlo

Blog en pausa hasta nuevo aviso

Llevo desde agosto de 2018 sin publicar nada porque tenía que hacer una pausa en el blog para conseguir mi objetivo: ser funcionaria. De las básicas, nada de Justicia ni inspectora de nada.

Y, estudiar para ello, era incompatible con escribir.

La idea del post surge enseguida, pero redactarla, ponerla bonita y añadir detallitos, come mucho tiempo que, si no tienes que estudiar, se viven y disfrutan. Pero si estudias… te quita mucho tiempo.

¿He vuelto porque ya soy funcionaria? NO

Me he quedado a una pregunta del corte.

¿Da rabia? INFINITA

Este era un año muy bueno, por no decir «el» año. Y quedarme a una pregunta de una parte y que me «sobren» 5 puntos en la otra…da mucha rabia.

¿Voy a abandonar? NO, más que nada porque ya he invertido mucho tiempo y mucho dinero. Debo seguir.

¿Sé que lo voy a conseguir? Pues a veces sí, a veces no. A veces sí porque si me he quedado tan cerca, tan mal no lo estoy haciendo. A veces no, porque la parte de psicotécnico es una lotería en toda regla. Me da mucha rabia porque el vocabulario de este año me lo he sabido. Y los problemas medio que me han salido muy bien. Pero claro, el año que viene, no sabes qué va a salir.

¿Puedo aprender de este examen? Por supuesto. Además, solo me he equivocado en 2 preguntas de cada bloque. Lo he hecho muy bien.

¿Lo peor? Tener que seguir trabajando en Los Doblones. Estoy muy quemada. Pero también soy realista y mi puesto de trabajo está muy mal pagado. De momento, y a no ser que me llamen de una bolsa de al menos 6 meses, me quedo.

¿Me había ilusionado? Por supuesto. Mudarme a Madrid una temporada ya me hacía ilusión. Y creía que lo conseguiría porque en una newsletter descubrí este cuadro estelar en el que pones un momento importante de tu vida y muestra cómo estaban las estrellas en ese momento. Y me lo iba a comprar, rollo: Así estaban las estrellas cuando me convertí en funcionaria.

¿Me flipé mucho en plan Cuento de la lechera? A lo mejor, pero no lo creo. La ilusión y el esfuerzo siempre han ido mano a mano.

Así que nada, el blog sigue en pausa año y medio más si hay suerte.

¡¡¡ Nos vemos en 2021 !!!

Criticona

Ayer lloré. En el trabajo. Tuve suerte que estaba en Los Doblonen y la persona que tengo más cerca está a 4 metros.

Me lo había buscado, he de reconocer. Pero no pensé que el disgusto me durara el resto del día. Hoy ya me he levantado sin él, pero uf, que mal rato. Hacía mucho tiempo que no lloraba. No recuerdo la última vez. ¿Sería la doblonerasiempreestressada liándomela como siempre? ¿Mi jefe diciendo lo mal que hago todo?… Apuesto por la segunda opción.

Me llamó al móvil y me dijo:

“Vale ya, tus emails no tienen nada de gracia.
¿Quieres dejar de buscar errores en mi trabajo?»

Ella tenía razón, le he hecho demasiados comentarios críticas sobre lo que envía o publica.

Por el tono, que fue el que me provocó el llanto y el disgusto, sabía que había sobrepasado su límite. Por lo menos 3 pueblos. Así que la dejé hablar, que me dijese todo, me lo había ganado.

Es algo que me cuesta controlar, veo errores o no entiendo algo y se los comunico a la persona responsable. Y claro, parece que a la gente en general no le gusta que le critiquen (no pongo el adjetivo constructivo porque no creo en él. Aunque lo hagas construstivamente, al final eso lo decide/aprecia el criticado).

Comenzó diciéndome que no tenía que volver a decirle como debían acceder los usuarios a los artículos, que ya se lo había comentado en el número anterior y me habían hecho caso.

Ella estaba tan histérica que no pude decirle que sí, que ya lo habíamos hablado y que se lo había apuntado en su libreta de papel (manifestándome en ese momento que la tecnología a veces no es tan útil) pero… que no la había consultado para este número y lo había vuelto a poner mal.

Lo que sí pude decirle fue que después de sus comunicaciones recibo emails de sus lectores diciendo que no pueden acceder a ellas poniendo las credenciales que pone en su email.

Me dijo que era una tontería, que la gente sabía acceder.

En ese momento pensé que si a ella no le importaba no poder llegar al máximo de personas posible, la conversación, por mi parte, había terminado. Y la dejé hablar.

Continuó preguntándome si a Finanzas, Office management y Diseño también los criticaba. Y le contesté la verdad: con estos tres departamentos hago lo mismo y llevamos bastante tiempo trabajando juntos. Y no consideramos que nos criticamos unos a los otros, trabajamos aportando lo que sabemos. Ellos elaboran el material y yo reviso la parte que me toca, la traducción al inglés y a veces me atrevo con las construcciones de frases en español. Y con Diseño, voy desde el respeto (aunque parece que no ha quedado claro para algunos) y les digo: «Sé que obedecéis órdenes pero esas etiquetas quedan muy artificiales. Sin embargo, me encanta la composición». Y otras veces me llaman ellos porque saben que voy a ser sincera en mi opinión y quieren saber que veo como usuaria.

Luego me echó en cara que había distraído a su compañero con cosas que él no lleva.

No creo que fuera para tanto. Vi que unas fotos no aparecían y pensé que el tema lo llevaba él, porque relacioné fotos y diseño. Qué ilógica soy a veces, pensar que contratan a un chico para el tema de diseño y acudir a él con temas de fotos.

Y siguió con el tema de las traducciones. ¿Era yo acaso traductora como para poder decir cómo se escribe en inglés? Ahí no pude defenderme, porque lo que le hubiera dicho hubiera sido empeorar la situación.

Imaginad que leéis un artículo de un newsletter y en inglés se titula:

The Red Bathroom

Y, cuando le pincháis a la versión española el título es:

Más allá de los colores y las estancias

Pues sí, yo no soy traductora, pero el que ha escrito eso tampoco.

Y se lo comenté al chaval porque en ningún momento dudo del nivel de inglés que tienen, pero sabía que eso era un título provisional que se les había olvidado cambiar. De hecho, alguien ha comentado que en la versión en papel poner algo que no es ni por asomo “The Red Bathroom”.

Acabó con lo típico:

“¿Te gustaría que te estuviesen criticando cada cosa que haces?”

Pensé que si no sabía la respuesta, por mucha que se la dijera,  nunca la entendería.

Así que me disculpé, le prometí que intentaría no hacerlo de nuevo (for the record, ya me lo había prometido la primera vez que no le gustó el comentario, mea culpa, I know) y le colgué.

Por supuesto que me gusta que me critiquen/corrijan mi trabajo. De cada vez que termino de dar una formación les digo:

«El material está subido, si hay errores, faltas de ortografía o no se entiende, por favor decídmelo y lo cambio.»

Publico bastante material y no me gusta que tenga errores. Da mala imagen. O simplemente no se entiende que hay que hacer, por lo que no he conseguido el objetivo de darles autonomía a los usuarios.

Y, por supuesto, no pienso que la persona no es lo suficientemente lista o similar. Nadie tiene el conocimiento completo. Y no significa que no seas válido. Simplemente, sé por experiencia que si trabajas mucho en un texto, al final no ves los errorcillos obvios porque ya has visto demasiado el texto.

Termino reconociendo que ella tenía razón. ¿Quién soy yo para meterme en sus cosas?

Lo malo es que, me estoy cruzando con demasiadas personas como ella que me hacen ser cada vez más ermitaña porque ya no sé cómo he de actuar con vosotros, los humanos.

Miedos de pacotilla V: Fotos & Vídeos

Estoy haciendo un curso de 12 horas en Los Doblones: El Arte de Comunicar.

Ha venido un coach, como no. Cuando alguien dice que es coach siempre me pregunto cómo se definían cuando el palabro aún no existía. Ese dice que viene en calidad de orador, no coach.

Algunos coaches me gustan, como el de la semana pasada, del que puede que hable en el futuro. Pero la mayoría me parecen vendehúmos. Llegan, dicen sus palabras mágicas, dejan con la boca abierta a la mayoría y se van. Y luego, nunca aplicas todo lo que te han “vendido”.

Este, en la primera sesión lo dejé en el limbo. Me costó tirarlo a los leones pero no se ganó mi admiración.

En la segunda, me hizo enfrentarme a uno de mis miedos de pacotilla pero lo hizo sin empatía. LEONES. Los llamo miedos de pacotilla porque la mayoría de los terrícolas ni se plantea un dilema ante esas situaciones. Simplemente, las hace. Pero para mí no, generan miedito.

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Este miedo en concreto es el de que no puedo verme en fotos ni videos. Me ha costado aceptarme físicamente y no sentirme inferior por el físico que tenga. Pero la que aparece en las fotos y en los videos no es la que veo todas las mañanas en el espejo (de cuerpo entero, eh?).

Hay gente que dice: No me gusta como salgo en las fotos. Pero ahí se queda y sigue saliendo y sigue viéndose. Yo ya he dejado de intentar no salir en las fotos pero no las miro. Y si me la enseñan, cierro los ojos. Me supera. No sé qué es. Algunos dirán que en realidad no me he aceptado, tal y como creo y  afirmo felizmente.

Hay algunos miedos que me apetece vencer a mi ritmo y me siento feliz de conseguirlo. Pero este, no me hace falta. En mi trabajo y en mi vida no es indispensable que lo haga.

Pero llegó el curso, al que me apetecía asistir y en el que especificaba que se nos grabaría.

Como quería hacer el curso, me mentalicé para el tema de la grabación. Y llegado el momento del visionado, cerrar los ojos y listo.

El ritmo del curso me pilló por sorpresa y después de un descanso activo (vamos, que ni descanso ni leches porque tenías que pensar el discurso que debías hacer al acabar el descanso) allí estaba la cámara de video.

Me entró el pánico. Y le dije que tenía este miedo y que no estaba preparada para verme. Y aunque intentó y luego me dio cancha,  no me gustó como me habló.

Me dijo que me quitara lo del cuento del patito feo.

Me dolió mucho la forma en que me lo dijo. Si pudiera quitármelo tan fácilmente, lo habría hecho, so listo.

Me gustaría saber cómo le quita a la gente los miedos a las alturas o a las arañas.

“Tuvo” un poco compasión y me dijo que podía elegir no mirar pero que no me serviría porque él iba a apuntar con un láser lo que tenía que corregir.

Reconozco que no fue para tanto, pero eso, cuando tienes miedo, te supera y no lo sabes.

Me vi en la grabación y esa Vis sigue siendo gorda, pero es casi igual que a del espejo.

La de las fotos no. Esa sale deformada y no veo a Vis tal y como la siento.

Podríamos decir que he superado medio miedo y puedo verme en video, pero queda el de las fotos.

O podríamos concretar que el pavor sólo es con las fotos.

Cookies

En general no soy de cookies.

Sólo me gustan las de avena y las Butter cookies with sultana de M&S.

El resto, ni fu ni fá.

Pero hay unas que odio. Las cookies de Internet.

Hace tiempo ya que pusieron el molesto aviso cada vez que entras a una web y me da risa porque sólo hay un botón, el de Aceptar. Me da risa porque da igual que le des o no, aceptas.

Pero eso es sólo una de las cosas que me molesta. También me molesta la pérdida de anonimato. Buscas algo que quiere comprar o que te interesa y acto seguido, te salen anuncios parecidos en cualquier web que visites. Cuando me pasa, es decir, siempre, pienso:

¿Cómo hacen las parejas/matrimonios que comparten ordenador? Imagina que estás buscando un reloj para regalar. Terminas y te vas. Tu pareja usa ese equipo y va a empezar a ver anuncios de relojes.

Las cookies son unas chivatas.

Supongo que puedes poner el navegador en modo anónimo, pero es un poco rollo y hay que gente que esa opción la desconoce. O configurar tus navegadores:

Pero es un coñazo. Yo uso varios equipos/dispositivos y varios navegadores simultáneamente. Y a estas alturas, ya me tienen controlada. No hay vuelta atrás. Además, no funciona. Lo he dejado activado y al intentar entrar en mi blog tengo este aviso:

Hasta este punto, podría incluso aceptar que parte de la culpa es mía por no configurar la privacidad que quiero tener.

Pero lo que me saca de mis casillas es que además de chivatos, son unos mentirosos.

Me hago una cuenta de Instagram con una cuenta que sólo uso para el blog, que no conoce gente de mi pasado ni de mi curro. Abro la cuenta, totalmente vacía y lo primero que me encuentro son sugerencias de personas.

Las dos primeras, una ex amiga y la otra, mi ex.

Y lo peor es que me dicen: Basado en tus “Me gusta”.

¿Qué me estás contando? Acabo de abrir la cuenta, ni siquiera he publicado mi primera foto ni he empezado a seguir a nadie.

Aghhhh, como odio que me tomen por tonta.

Me da mucha da rabia porque yo pensaba que la cuenta, al estar creada con la cuenta del blog, que no tiene contactos ni nada, podría vincularla al blog, como hace la gente, que pone su web en el perfil.

Pero, viendo lo visto, no me he arriesgado. Y ahora menos, que sigo y me sigue una chica de Los Doblones y otra que no sabe aún que tengo un blog.

Fucking Cookies! Fucking Liar Cookies!

Una palabra tan bonita para un propósito tan mezquino.

Cuando no te caes bien

Hay veces que alguien te cae mal, no te convence o te pone de los nervios. Y lo más fácil, si es posible, es ignorar a esa persona o dejar de tener contacto con ella.

¿Pero qué ocurre cuando esa persona eres tú?

Me da rabia cuando no puedo controlar mi forma de ser. O me doy cuenta demasiado tarde de cómo estoy comportándome.

Y me da más rabia porque me estoy comportando como lo hace mi padre y mi prima la soez.

Estoy siendo egocéntrica, muy habladora y poco escuchadora, chillona, grosera y sin filtro en lo que digo.

Voy a meterme en mi caparazón y les voy a dar vacaciones de mi a los terrícolas que me rodean. No se merecen ese sufrimiento.

Yo tendré que aguantarme.