LABELS

En mi opinión, creo que en este planeta hay demasiadas etiquetas. En mi estancia en él, he podido observar su crecimiento masivo. Yo vine a este planeta con los conocimientos básicos, que incluían las etiquetas básicas para pasar desapercibida como terrícola de clase obrera y estudios medios. Pero con la de etiquetas que hay ahora, me siento inculta y rozando el analfabetismo.

Eso sí, no digo que no deban de existir, cuidado. Que no se me rebele ninguno de mis 14 mil lectores y acabe teniendo uno menos o, peor, mi primer troll.

Ahora ya no se es vegetariano o no, ahora si conoces a alguien que no come carne, tienes que hacer un master para poder saber qué es: ovoalgo, vegano, nocomocarneperopescadosí

A la etiqueta LGTBI, que sí que conocía, se le añadió una letra más, luego otra, creo, y ahora, para poder pronunciarla sin quedarse sin respiración, han resumido el resto de los colectivos incluidos con un “+”.
Siguiendo con el género y la sexualidad, yo no sé ya lo que soy: hetero, homo, gay, lesbiana o bisexual eran los que conocía cuando aterricé, pero ahora me encuentro con tantas otras etiquetas, que debo buscar en el diccionario por si soy alguna de ellas: trans, no binario, fluido, mujer trans gestante, CIS, pansexual

Sobre animales, no sabía mucho más que hay terrícolas que tienen algunos de ellos como compañía y algunos que deciden no comer animales. Aquí descubrí los animalistas, que están en contra de usarlos para beneficio personal causándoles daño como abrigos de piel, testeos de maquillaje… La tauromaquia, que lo hacen sufrir y que a mayoría suele tener algunos de ellos como compañía. Creía que lo sabía ya todo pero no, el mes pasado conocí el término antiespecismo.

La de la política era una temática optativa para viajar a la Tierra y no la cogí. En más de 40 años aún o sé si soy de izquierdas, de derechas, roja u otra cosa. Facha no, eso seguro, principalmente porque no soy fan de las banderas y me he dado cuenta que es con lo que se reconocen entre sí.

Y con la religión, tres cuartos de lo mismo. Los que me tuve que estudiar fueron los básicos: cristianismo, judaísmo, budismo, islam, testigos de Jehová y el ateísmo. Aquí en la tierra me encontré con que existían más, como por ejemplo, los protestantes, los ortodoxos, la cienciología y los de los espaguetis en la cabeza.

El que sí que llevaba muy bien estudiado de mi planeta era el del tema de la nacionalidad y el color de la piel. No son etiquetas en sí, ya que no hay elección posible (solo Michael Jackson consiguió cambiar de color), pero aún así, se podría decir que el color y la nacionalidad funcionan como etiquetas ya que llevan unas características intrínsecas unos prejuicios dependiendo del que te haya tocado.

Me lo tuve que aprender de memoria, ya que es algo que sigo sin entender. En mi planeta físicamente somos todos iguales: todos de color naranja, medimos metro cuarenta y cuatro, pesamos 44 kilos siempre y, con 4 miembros superiores, 4 inferiores, sin nariz, 4 orejas y ojos grises. Me llamó la atención ver tanta diversidad física aquí en la tierra. Estaba tan acostumbrada a que todos fuéramos iguales… A veces me sentía como en casa ya que había razas que me parecían iguales y no conseguía diferenciar. A día de hoy, sigo sin poder distinguir los humanos de rasgos asiáticos. Con el tiempo me enteré que a los terrícolas también les pasa. Depende de la raza a la que perteneces te resulta más difícil identificar individuos de otras que no sean la tuya. O eso han dicho.

Una vez acostumbrada a esta diversidad (en mi planeta no tengo claro cómo explicaros la manera que tenemos para distinguiros unos de otros, solo sé que no es por el físico ni por la ropa porque todos llevamos la misma capa resistente y protectora que es nuestra piel). Me di cuenta que en algunos países o círculos sociales había rechazo y prejuicio a determinados colores de piel, culturas y creencias. Me gustaban los americanos ya que en sus series de televisión parecía que esos, llamémosles colores, estaban presentes y normalizados en el escenario cotidiano de la sociedad. Al ser americano, te cruzabas por la calle con toda esa diversidad y tenías un amigo negro, otro chino y una amiga lesbiana.

Lamentablemente, con el Black Lifes Matter, descubrí que no, que las «etiquetas» están en todo el planeta.

Siempre he afirmado que las etiquetas no van conmigo, que yo solo veo terrícolas. Pero también reconozco que hay colectivos que se manifiestan y deben seguir haciéndolo ya que han estado sufriendo demasiado tiempo: mujeres trabajadoras, homosexuales, violencia de género…

Pero, entonces, viendo una serie de una policía (de nacionalidad sij-canadiense) novata me hizo plantearme mis propias afirmaciones con el siguiente diálogo:

What’s going on? What happened?
– I imagine that you have noticed I´m, uh, not… White. Do you have any thoughts about that, one way or the other?

– You know, I´m going to be straight with you. I don´t care, just, I don´t see people in colour, I just see people.
– You know that colour is a thing, right? The only people who get “not to see colour” are people who don´t have to live it.

Allegiance S1 E02

¿Qué te ocurre? ¿Qué ha pasado?
– Imagino que te has dado cuenta de que no soy, mmm…, blanca. ¿Tienes alguna opinión al respecto?

– Voy a ser franco contigo. No me importa, solo sé, simplemente no veo gente de color, yo solo veo gente.
– ¿Sabes que el «color» de la piel existe? Las únicas personas que pueden permitirse “no ver gente de color” son aquellas que no tienen que vivir con ello.

Allegiance S1 E02

Y es cierto, cuando las etiquetas a las que perteneces son las standard o nada problemáticas del lugar donde habitas, no es objetivo afirmar que no te afectan y no van contigo.

Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

4 pensamientos en “LABELS

  1. Anónimo dice:

    En fin, lo mejor no etiquetarse a uno mismo, tener la mente abierta y respetar a los demás. Como mucho, tolerar que te etiqueten y además se equivoquen.

    • Visitante 4576 dice:

      Buah, pues eso lo llevo fatal. No hay peor enemigo que uno mismo. Mis complejos siempre me han hecho creer que no soy capaz o no merecedora de hacer cosas. Las etiquetas «gorda» y «fea» y el poder que yo les día a ellas hicieron estragos en mi adolescencia. Lo que cuesta quitárselas.

  2. ElPrimoLarry dice:

    Es un curioso dilema el que apuntas: las etiquetas pueden hacer daño o pueden ayudar a detectar injusticias. ¿Etiquetas sí, etiquetas no? Depende…

    • Visitante 4576 dice:

      Pero creo que nos hemos flipado. Ahora hay tantas… a veces no pillo una conversación porque hay palabras/etiquetas que no sé que significan. Eso sí, luego las busco en el diccionario pero la mitad de las veces me sale un: «serà precís?«.

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