Reconozco que estoy a años luz de ser una fanática de la limpieza.
Intento que cada martes, cuando hay cena en La Cueva, que el baño y la zona en la que vamos a cenar estén decentes. Por ese motivo cierro la puerta de mi dormitorio; para evitar perder a alguno de mis amigos entre el desorden que oculto allí.
Como la pintura se cae de las paredes debido a la humedad, un cubo de basura (no orgánica) y la escoba siempre están a la vista para barrer toooodos los días. Y lo de los poelos de Turbo y el cambio anual me desesperan porque por mucho que pases el rodillo quitapelos siempre siguen quedando.
Soy consciente de lo que limpio y de lo que no, pero hace una temporada descubrí una cosa, por llamarla así, que no me había percatado.
Esta inmensa y asquerosa telaraña:
Tenía pendiente hacerle una foto.
Juro que no hice la vista gorda diciéndome a mi misma: “Ya la quitaré”.
No la había visto hasta que la descubrí.
para este post y ha pasado tanto tiempo que le había cogido respeto. Y miedo. A saber cuántas arañas hay habían en esa “colmena”.