Después de semana y media con Anselmi, esta madrugada la he llevado a la estación de autobuses porque ha volado desde Barcelona.
Ella no sabía que tengo miedos patéticos y que estaba aterrorizada por el hecho de conducir dentro de Valencia, encontrar aparcamiento y volver yo sola.
Aghhh, que rabia me doy, desde que sé que la tenía que llevar de madrugada a la estación, estoy sufriendo por si no encontraba aparcamiento o si no sabía volver. Y luego, ¿qué pasa? Pues que llegamos, Valencia a esas horas estaba vacía y tenia espacio para aparcar 20 coches. Es una mierda tener estas ralladas mentales.
Bueno, pues eso, nos hemos levantado de madrugada, a las 3.15, hemos llegado a la estación a las 4.00, el bus ha llegado con bastante retraso y a las 5.20, ya cerca de casa, a la altura de los Doblones, he empezado a no reconocer el camino de vuelta y cuando me he dado cuenta, ya estaba dentro de la autopista, dirección Barcelona.
He parado en la estación de servicio a preguntar y me he quedado blanca cuando el camarero me ha dicho que para ir al Pueblo tenía que salir en una salida a 40 kilómetros y recorrer esos 40 kilómetros de vuelta. Lo he visualizado y casi lloro, me moría de sueño y, estando a la altura de casa, aún tenía un largo camino, por no mencionar que hoy volvía al trabajo. Y seguro que tenía la “buena” suerte de tener que pagar en el peaje. Entonces, la camarera le ha dicho: “Pobrecilla, mírala, la has asustado”
Era broma, la entrada estaba a 7 kilómetros. Qué alivio. Y que nivel de torpeza para la orientación. Me perdí al ir al pueblo de mi amigo en Pascua, me perdí durante media hora en la entrada de Zaragoza, nos volvimos a perder (esta vez Anselmi me acompañaba)al salir y me meto en la autopista cuando estaba a 5 minutos de casa.
No tengo remedio. Pero sueño y agotamiento, tengo para dar y regalar.
Poquet a poquet.
Ha sido gracioso. Le digo a mi madre: ¿a qué no sabes que me ha pasado al volver?
Y me dice: Te has equivocado y te has metido en la autopista.
Jeje, dice que le pasa a mucha gente, y que su hija no iba a ser menos, jeje.
Yo una vez me perdí, a pie, en el centro de la ciudad en la que nací y me ha visto crecer. Pero creo que según me hago mayor, mi sentido de la orientación mejora.
Quien esté libre de desorientación que tire la primera piedra.
Y con tu espíritu =P